En el observatorio
Desde que llegó al observatorio, Juan Carlitos sintió que tenía que mirar por el telescopio.
Era el más grande, el más potente de los telescopios.
Juan Carlitos no tuvo problemas para acercarse a la lente.
Ni siquiera le hizo falta cerrar un ojo para mirar, pues era tuerto.
¡La vista era increíble!
Estrellas, miles de estrellas.
Y un ojo. Un ojo azul que le miraba. Un ojo enorme.
Alguien le miraba desde el otro lado. ¡Tenía que ser un ET!
Pepe, el técnico de mantenimiento, terminó de limpiar la lente exterior y se asomó para ver el resultado. Miró hacia el interior del enorme tubo.
Por un momento pudo ver un ojo, que de inmediato desapareció.